martes, 21 de febrero de 2012

27) Vuelta a casa.

Pasamos un par de días en Auckland, dando los últimos detalles al final del viaje. Terminamos de comprar regalos, comimos todas las porquerías que queríamos y pedimos la devolución de los impuestos.

Esto último, era lo más complicado y terminó siendo lo más fácil. Nos explicaron en el backpacker cómo hacerlo: debíamos tomar un ómnibus a Takapuna (nz$ 3.40 el pasaje - se toma en Albert St y Victoria St) y en media hora llegabas a destino. No sabíamos bien dónde bajarnos, pero nos dijeron que íbamos a ver tres edificios, dónde el que nosotros buscábamos, era el de vidrios negros. Creímos que sería algo más complicado, pero era así de claro. De los tres edificios, el de vidrios negros. En cuanto el ómnibus se acercó, nos bajamos. ¡Un éxito! A media cuadra nos encontrábamos.

Entramos a la oficina de Inland Revenue, y completamos tres formularios, nos pidieron el pasaje de vuelta o algo que indique que te vas, y por arriba miraron algunos payslips (recibos de sueldo). En cuanto los pidió, yo saqué los míos - sumamente organizados - y se los pidieron a Fernando, quién los sacó cual niño vuelve del almacén y le devuelve a su madre el cambio.

La mujer sonrió, y dijo que ya no los necesitaba. Fotocopió nuestros pasajes de vuelta, y después de llenar esos formularios (los cuales en todos preguntan lo mismo, nombre y esos datos que por suerte todos nos sabemos) ya estábamos de vuelta al centro de Auckland.

Estábamos en el backpacker y un par de nuestros compañeros de cuarto recién habían llegado. Uno de ellos estaba molesto porque sólo quería comprar un chip de celular, y se lo querían cobrar carísimo. Como ya nos íbamos, decidí regalarle el mío.

‘¡Muchas gracias!’ me dijo, y luego me preguntó mi nombre. Al responderle, me dijo ‘ahh… hay un blog…’ - le confirmé que yo era la famosa escritora, y después de firmarle un autógrafo me comentó que mucha gente de Tucumán lo leía.
Lo mejor de todo, es que no era la primera vez que me pasaba.

Todo listo, y teníamos que ir al aeropuerto a intentar volver a casa. Todavía nos quedaba bastante rato, por lo que anduvimos paseando un poco más. En eso, nos encontramos con un compañero del trabajo de cerezas que se volvía el mismo día que nosotros. ¡Qué emoción! Seguimos los tres juntos camino al aeropuerto después de un almuerzo contando las aventuras de cada uno esas dos últimas semanas.

Llegamos, y era temprano. Pesamos nuestras valijas y teníamos más de lo permitido. Luego de distribuir mejor el peso y descansar un poco en el pasto, llegó la hora del check in.
Teníamos que ver si teníamos lugar. Quedaban dos personas delante de mí, y los nervios hicieron que me cortara con el papel que tenía en la mano. Llegó el momento, me llamaban del mostrador.

Dije todo tal cual me dijo mi hermana, con la cara de lástima y todo. Ahí estábamos: dos horas y media antes del vuelo, y ya estábamos confirmados. Fiuu. Ahora a escondernos y que no nos encuentren.

Subimos al avión, y estábamos en la ventanilla esta vez. Nada de estar en el medio. Muy contentos, partió el avión y nos despedimos de Nueva Zelanda.

‘¡Adiós amiga!’ le dijimos, y nos acomodamos para un largo viaje.

‘¿Pollo o pasta?’ nos preguntó la azafata. ‘Pollo’ contestamos los tres, nosotros dos y el niño de adelante. ‘Ups, no me queda más’ dijo, mientras le daba el último al maldito niño.
Pasta nos tocó, y lamentablemente no eran ravioles. Eran fideos, lo que menos (y con esto me refiero a ‘un millón de veces’) comimos en Nueva Zelanda.

Nada importaba, volveríamos a casa.

Dormimos incómodamente y aterrizamos después del desayuno.
Ahora debíamos encontrar de dónde salía nuestro vuelo de Bs. As. Hacia Montevideo, en Pluna ésta vez.

Lo encontramos, hicimos el check in, y salimos muy contentos ya que nos tendrían que haber cobrado las valijas y no lo hicieron. Probablemente mi hermana habló tanto con todo el mundo, que prefirieron no molestarnos.

Tormenta, ¡qué milagro!
Se retrasó el vuelo, pero logramos despegar. Media hora, y estábamos de vuelta en nuestro pequeño país.

Salimos, y ahí estaba el cartel con mi nombre. Mentira, decía ‘Lady Gaga’ pero lo sostenía un amigo, por lo que supe que era para mí.

¡Ay, qué alegría! Encima que me habían ido a esperar más gente de lo que esperaba a mí, toda la familia de Fernando también estaba allí.

‘Chau Nando, fue un gran viaje, no tengo celular. Nos veremos… en algún otro momento no tan cercano’
Fue demasiado tiempo juntos, muchos meses, todos los días y prácticamente todo el día juntos.

Y a pesar de todo, fue el mejor compañero que pude tener, y no lo hubiese cambiado por nada.

Y así, se terminó Nueva Zelanda. Y al llegar a casa, me di cuenta que fue, por lejos, lo mejor que hice en mi vida.

¡Gracias gente demasiado extranjera para mi gusto! ¡Gracias alternador! ¡Gracias frutas!

¡GRACIAS NUEVA ZELANDA!

7 comentarios:

  1. Jamas podria haber tenido mejor compañera de viaje que tu, muchisimas gracias por todo!! me llevo un monton de recuerdos hermosos de este viaje, y adivina que!? tu estas en todos ellos :) TE AMO!! y capaz que pronto salga algun "Una Lucila en alguna otra parte del Mundo.." y ahi con un 2do blog no va a haber quien te pare!

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  2. La madre de Catalina21 de febrero de 2012, 10:53

    Ayy NandoPadFeb 21, 2012 05:08 AM, si hay otro blog va a estar siempre pidiendo que posteen y que escriban y bla bla bla...

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  3. Arriba Lucila , y un gran abrazo Fernando ,saludos Oscar

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  4. nooooo, me quiero matar que ya se termino la aventura...en breve arranco la mia. espero tener la misma suerte q uds!! estamos en contacto! Pila

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  5. Hola me gustaria hacerte una pequeña entrevista.
    Es para http://movimientoliquido.wordpress.com
    Si quieres escríbeme a movimientoliquido@gmail.com
    Muchas gracias

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  6. Muy bueno el blog! Saludos de Argentina.

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