lunes, 5 de diciembre de 2011

20) Dejando Hastings.

Después de trabajar sacando manzanas pequeñitas durante un día, tuvimos el fin de semana libre. Cansados y desanimados por el sueldo, no teníamos muchas ganas de seguir trabajando.

Llegó el lunes, y fuimos nuevamente. Esta vez nos pagaban por producción, por lo que deberíamos ir más rápido. Decidimos que Nando haría la parte de arriba del árbol y yo la de abajo, ya que mi altura y miedo a caer sobre las manzanitas que ya había sacado no ayudaba mucho.
Ese día hicimos más del doble de árboles que hicimos el día anterior. Igual, seguíamos siendo los más lentos. El de al lado nos llevaba 2 árboles, a él, el de al lado le llevaba 2 árboles, y así sucesivamente. Nosotros estábamos en la primera línea, así que el último nos llevaba como 10 árboles.

Al día siguiente, ya deseando que lloviera, al despertar nos avisan que no trabajábamos. Preguntamos si entrábamos más tarde, pero no.
Felices, a seguir durmiendo.
9.30 hrs nos llega un mensaje que entrábamos a las 10 hrs.

Nos llevaba media hora llegar al trabajo, y decidimos no ir. Ninguno tenía ganas.
Nuestros compañeros de la casa que trabajaban con nosotros fueron a eso de las 11 hrs, y completaron su línea de árboles.

Yo me sentía mal, porque soy demasiado responsable como faltar al trabajo. ¡Maldita conciencia!

Nos tocó volver a trabajar al día siguiente, y ésta vez estábamos solos, muy solos. Teníamos que terminar nuestra línea de árboles y el resto ya se había ido a trabajar bien lejos.
Sin sentir apuro ésta vez, hicimos los árboles que nos quedaban. A media mañana, Fernando decidió que iba a dedicar su tarde en convencerme para no ir más. También decidió tirar manzanas a mi capucha y tamborilear sobre la escalera.

Lo logró, aunque me daba cosita, lo logró. Chau sol, chau baño lejos y chau manzanas pequeñas.

Desempleados nuevamente, amanecimos con la noticia de que nos habían despedido a todos. El que nos consiguió el trabajo cobró demasiado menos del mínimo (y él ya había trabajado una semana entera) y a nosotros ni nos habían pagado el día que nos debían.
Resultó ser que todos se habían quejado por eso, y el dueño decidió que nos iba a pagar el mínimo a todos pero que debíamos irnos. Nosotros sin estar ahí, recibimos un día pago de más y ganar más plata de lo esperado. Un éxito. En verdad aún no nos han pagado, así que no sabemos qué tan éxito será.

Para gastar un poco más productivamente el tiempo, decidimos recorrer las atracciones locales. Decidimos ir al lugar con el nombre más largo del mundo, Taumata whakatangi hangakoauau o tamatea turi pukakapiki maunga horo nuku pokai whenua kitanatahu (y pensar que mi perro se llama Otto, creo que deberíamos pensar más los nombres a partir de ahora), lugar que como siempre demoramos en llegar porque nuestros instintos no están funcionando muy bien.

Fuimos a Te Mata Peak, una montaña con una vista muy bonita.

El día que decidimos ir a Cape Kidnappers, nos preparamos mentalmente para una caminata de aproximadamente 6 horas, y al llegar, la marea estaba demasiado alta y no se podía pasar.
Cambió el plan, y pasamos la tarde en Napier. Fuimos a una feria donde me compré cuchillos con filo. Acá son todos de untar, por lo que ahora… ¡agárrate tomate! - te voy a cortar con ganas.

Como la casa dónde nos quedamos es muy popular, ésta vez teníamos de visita un montón de Uruguayos. ¡Qué emoción! Ahora podía decir ‘championes’ o ‘qué rico el dulce de leche Conaprole’ y todos me entendían.

Llegó el sábado y con él, mucha gente a la casa. Cenamos, y éramos un montón. Hace casi 7 meses que estamos acá, y es la primera vez que vemos tantos uruguayos juntos en Nueva Zelanda.
Algunos querían salir a Napier, pero no tenían en que ir. Nos pidieron si los alcanzábamos hasta la ruta y de ahí se iban a dedo. Con todo gusto los llevamos, pero al dejarlos, nos dio tanta pena que dimos vuelta. La emoción en sus caras al ver que alguien paraba fue mucha, pero al vernos, pensaron que era una joda. Los llevamos hasta Napier, y en el camino me sonó el teléfono. Era un indio preguntándome si yo había pedido un taxi. ¡¿WTF?! - No. ¿Pediste un taxi? - No. - ¿Quieres un taxi? - ¡No!
Muy raro todo. Encima ni sabíamos a dónde íbamos, es obvio que mi blog es tan popular que me andan siguiendo para ver qué cosa genial hago luego.

Llegó la última noche, y los dueños de casa nos despidieron con unas pizzas. Tanta gente linda nos desea buen viaje, que dan ganas de llevártelos en la valija a todos.

Hoy nos espera otra etapa del viaje, arrancamos al sur pero pasaremos noches en quién sabe dónde. Para el fin de semana deberíamos estar casi en el sur de la isla sur, pero esto de Nueva Zelanda, cambia a cada rato.

2 comentarios:

  1. Yo quiero ir a algún lugar y extrañar a los uruguayos. Acá está lleno por todos lados y son todos un CULO.

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