viernes, 15 de julio de 2011

9) Dos meses por aquí.


Esa tarde en Auckland, decidimos que lo mejor era volver a Tauranga y sus alrededores, ya que de verdad queríamos trabajar nuevamente en donde estábamos, y teníamos la posibilidad en unas dos semanas. Decidimos en ese tiempo hacer algo de pruning, así no se nos iba tanta plata.

Nos despertamos temprano, nos bañamos como si fuese la última vez que íbamos a hacerlo y salimos a buscar el auto. El auto lo estacionamos en un lugar gratis (quedó parado todo un día por si no encontrábamos lugar de nuevo ahí) y nos quedaba bastante lejos. A nosotros, que caminamos prácticamente a la velocidad de la luz (los que nos conocen saben que eso es sarcasmo puro) nos llevaba media hora llegar al lugar más o menos. No nos dimos cuenta que habíamos estacionado debajo de un árbol dónde se paraban muchos pajaritos. Creo que no tengo que aclarar nada más.

Fuimos hasta afuera de un McDonald’s a ver si podíamos entrar en internet, pero la señal no alcanzaba. Al lado, teníamos la estación de servicio donde íbamos a cargar nafta y decía que tenían WiFi. “Vamos a probar ahí” le dije a Fernando. Cargamos nafta,  paramos en un costado y nos conectamos. ¡OH, POR DIOS! - ¡Aquí te dan 400 mb!. Para Nueva Zelanda, y gratis, eso es un montón. Para que se hagan una idea, en McDonald´s puedes usar 50 mb y en la biblioteca podíamos usar 100 mb. Era como haber encontrado una mina de oro. ¡Qué genial!

Miramos el mapa para volver, y volvimos al backpacker por nuestras valijas. (¡hey! - el mapa lo miramos para volver a Tauranga, no al backpacker) Ya en el auto con todo pronto, salimos de viaje nuevamente.

Hacía varios días que le veníamos sintiendo un ruido un poco raro al auto (como una cinta medio loca) pero como era cada dos por tres, no le dimos mucha pelota. Íbamos saliendo de Auckland, y el ruido no se iba. Minutos después, en plena carretera de cuatro carriles, con autos muy apurados, sentimos que algo se desprende del auto, y que lo pasamos por arriba. “¿Te parece que perdimos una parte del auto Nando?” - “Si” me contestó sin dudarlo, “Uff, yo también”. En eso, se prenden tipo todas las luces del tablero. La que más nos preocupaba era la que decía que carguemos la batería - y la de que estaba calentando también. (Bue, y no había ninguna más prendida)

Pusimos toda la sabiduría que tenía cada uno sobre autos sobre la mesa, y decidimos que seguiríamos hasta que el auto se nos quede. El resto veíamos después (Buen plan, la tenemos clara ya). No teníamos ni idea que hacer, encima yo no lo quería apagar porque me parecía que no iba a prender porque no tendría batería para hacerlo. Y así, seguimos y seguimos. Muy tranquilos (cagados hasta las patas) y haciendo fuerza para que no nos pase nada.

Ya llegando a Tauranga, estábamos en la carretera y faltaba una cuadra para pasar una rotonda y entrar al centro. El auto empieza a tironear, y tuvimos que parar en un costado. Se apagó. Ahí ahí, se apagó. “¿Y ahora?” - teníamos escrito en nuestras frentes. Era sábado a eso de las 15 hrs, no iba a haber ningún mecánico. Mandamos un par de mensajes de auxilio, pero no tuvimos respuesta. “Voy a buscar un mecánico” dije, y salí en marcha. Todo cerrado, pero hasta que no llegara a lo de nuestro mecánico no perdía las esperanzas. De lejos, vi el portón grande cerrado y ya estaba por llorar. Pero no, en la oficina, ahí estaba, el señor mecánico con un amigo.

Entré, y después de contarle todo, me dijo que esperara que él nos iba a ayudar. Se había quedado mirando videos pelotudos en internet. ¡Gracias! - ¡Gracias por los videos pelotudos en internet! Terminó, y fuimos en su camioneta hasta donde estaba el auto. Llegamos, y cuando miró, se rió y dijo “¡the (buifsrwbfl - ni idea) is GONE!”. Suponíamos que era eso, que habíamos perdido una parte. Nos puso una batería cargada, y lo llevamos hasta el taller. Como no encontró repuesto, teníamos que esperar hasta el lunes. Y bue, así fue. Estacionamos en un parquecito y pasamos esas dos noches en el auto. Jugamos muchos juegos como el ahorcado y el ta te ti, y no fue tan malo como parece.

Llegó el lunes, y lo llevamos a arreglar. Paseamos toda la tarde, y quedó pronto. Habíamos perdido el alternador, que era lo que hacía que la batería se fuese cargando a medida que el auto va andando. Decidimos ir a ver un backpacker que no estaba tan en el centro, y ver si nos quedábamos ahí o no. Preguntamos, y el cuarto para nosotros solos no era tan caro, íbamos a probar una noche y decidíamos luego si nos quedábamos ahí o no. En cuanto dejamos las cosas en nuestro cuarto, vimos que sí, que nos íbamos a quedar ahí. Lindo lugar, y no había mucha gente. Pagamos la semana y a descansar.

Empezamos a buscar trabajo, y se nos estaba complicando. Los que estaban contratando para pruning pedían gente que se comprometa hasta Setiembre, y nosotros queríamos dos semanas. En ese tiempo, parecía que era lo que demorábamos en agarrarle la mano. El trabajo que esperábamos nos decía que faltaban un par de semanas, y ya nos estábamos desanimando. Buscamos y buscamos (no COMO LOCOS, pero buscábamos). Llegó la semana donde se suponía que nos llamaban, y nos dijeron que  no sabían cuando iban a llamar.

Cierto día, estábamos muy contentos con otra pareja que vive aquí también mirando Hell’s Kitchen, cuando entra otro que vive aquí, seguido de una muchacha asiática. Sin prestar mucha atención, saludé y seguí mirando la televisión. Noté que en cuanto me miró tuvo una reacción rara, por lo que la volví a mirar y la noté conocida. En eso, entra otra muchacha asiática y ahí todo me cerró. Eran dos de las tres chinas que nos habían ido a pedir el auto a la habitación. ¡¿WTF?! ¿Qué nos vendrían a pedir ahora? Mientras el que vive aquí fue a la cocina, ellas fueron al baño. Fui hasta donde estaba Fernando, quien estaba muy concentrado tocando la guitarra (que le falta una cuerda pero a él no le importa) y le conté quienes eran. “¿Estás segura?” - me preguntó - “¡Obvio!” porque si algo he aprendido en este tiempo, es a diferenciar a los asiáticos que he visto antes. También aprendí los días de la semana en Mandarín, aunque creo que pronuncio medio mal. Faltaba una, pero eran ellas. La situación era un poco incómoda, pero no nos importaba nada más que ver quien se iba de Hell’s Kitchen. Aparte, ellas eran las que estaban de apoyo, era la que faltaba la que nos pidió el auto. Probablemente ya había conseguido alguno prestado y las había dejado solas a las otras dos.

En fin, estábamos bien pero desanimados, y encima que se me estaba por terminar el shampoo, en el backpacker se llevaron todos los cubiertos, platos y cosas de la cocina (cosas que se comparten) y ahora teníamos que pagar NZ$ 10 cada uno para que nos den un juego que incluye platos, cubiertos, etc. Después te devuelven la plata, pero somos varios los que no hemos pagado aún. Igual tenemos nuestros platos de plásticos (que son “microwavable” para que sepan) y no tenemos vaso, pero tomamos del pico y no nos molesta. Yo estaba enojada porque nos habían sacado todo, pero Fernando se reía y todos nos reíamos de él después cuando comía tallarines con los palitos chinos que había comprado en Auckland. Sus profesores de palitos chinos (nuestros compañeros de casa) le decían que no estaba tan mal. Pudo comer todo, así que supongo que aprendió rápido.

Cuando llegó el día que me estaba por poner MUY triste por el tema del trabajo (el día anterior había estado un poco triste) recibimos una llamada de nuestros compañeros de trabajo con los que íbamos juntos a trabajar (y a preguntar por el trabajo el último tiempo) diciendo que los habían llamado y que habían preguntado por los cuatro. Empezamos el lunes a trabajar, pero hasta que no estemos allá, no queremos decir nada. Shh.

6 comentarios:

  1. Arriba el animo Lucila que todo va a salir bien saludos Oscar

    ResponderEliminar
  2. Nunca vas a aprender nada más útil que diferenciar asiáticos. NUNCA. Yo también quiero tener una vida de aventura, mierda. Bueno, me voy a estudiar para el examen, les mando mucha envidia. ¡Suerte!
    PD: Dile a tu hermana que se desenoje conmigo.
    PD2: Pongo mi tuiter en el link del comentario, la gasto.

    ResponderEliminar
  3. Juan Pablo desde Blenheim. Mucha suerte, ojala que les salga el trabajo por alla.

    ResponderEliminar
  4. Hola Lucila, tu blog es todo divertido.
    Espero que ya estén trabajando como unos locos y que esas chinas se alejen de su auto haha.
    Abrazo transoceánico :D

    ResponderEliminar
  5. Es obvio que para las chinas ni idea quienes eran ustedes. Ellos tampoco nos distinguen a nosotros. :P
    Y sabes que fue lo que les dio suerte? Sabes??! Mi mensaje de Hakuna Matata, es obvio (?!).-

    ResponderEliminar
  6. Me encanta tu redacción. Me fascina tu expresión. Me enorgullece el poder que tenés de trasmitir esas maravillosas experiencias de tal manera, que parece que las vivimos nosotros también. Muy divertida la situación con el auto (mirada desde lejos). Indudablemente, no sos mecánico.

    ResponderEliminar